Cuando el queso curado artesano de la Granja del Fraile comenzó a escasear, y su precio andaba por las nubes, un profesor, experto en nuevas tecnologías, de la Facultad del Queso de la Universidad Politécnica de Cartagena inventó una aplicación en el metaverso, de lo más realista y gratificante.
Los primero ensayos fueron un éxito. Con las gafas del metaverso puestas, los usuarios podían acceder a una degustación del queso curado artesano de la Granja del Fraile, obteniendo la sensación de que de verdad lo estaban comiendo, con su pan y todo, incluso lograron incluir en la experiencia metavérsica vino, cerveza o vermut, al gusto del consumidor. Como dijo el profesor en una conferencia en el Auditorio y Palacio de Congresos Infanta Doña Elena, “las sensaciones organolépticas que estimula el queso son activadas mediante mi aplicación, incluso el retrogusto tan característico de nuestro preciado manjar, imposible de imitar, se funde en la boca de los participantes en una cacofonía de olores, sabores y texturas”. (Aquí se equivocó el hombre, querría decir seguramente eufonía, aunque tampoco viniera a cuento).
La novedad alcanzó pronto gran repercusión y miles y miles de incautos se apresuraron a apuntarse al metaverso quesero aguileño, bastaba con comprarse las gafas y bajar la aplicación. Los expertos que enseguida salieron, aunque antes del invento sabían poco o nada, pudieron comprobar como, en medio de la sesión, algunos usuarios rutaban, y la gran mayoría se daba tales panzadas que ya no comían nada más a lo largo del día. Incluso se llegó a comprobar –mediante la inevitable encuesta demoscópica- que el nivel del colesterol había subido en muchos casos. (Viniendo del queso curado artesano de la Granja del Fraile damos por descontado que se trataba de colesterol bueno, aunque ni la encuesta ni el Servicio Murciano de Salud se habían pronunciado al respecto).
Algún tiempo después, los centros de atención primaria detectaron un incremento inusual de defunciones en algunas pedanias y barrios, y lo que más llamó la atención es que eran unos muertos de hambre, no que eran unos parias, don nadies, o marginados, sino en el sentido literal, o sea, que había muerto de hambre, o como el certificado de defunción decía, muerte por inanición. Los más viejos dijeron que eso no lo habían visto ni en la posguerra.
Los mismos de la encuesta demoscópica anterior se apresuraron a investigar los casos, y llegaron a la conclusión de que había una correlación estricta entre las defunciones por inanición y una excesiva exposición ex-ante –así dijeron, abusando de la x- al metaverso quesero aguileño. Abogaron inmediatamente por una campaña de concienciación para el consumo responsable del metaqueso del verso, y por una degustación gratuita de queso curado artesano de la Granja del Fraile en todos los mercados municipales.
Moraleja: Metaverso virtual para hoy, hambre para mañana.
Alba Hodei
Comments