Hace unos días cayó en mis manos una entrevista a Angela Saini, ensayista escritora de «El patriarcado. Los orígenes de la dominación masculina», en la que dice: «Esa imagen prehistórica del hombre de caza y la mujer con los niños nunca existió». Saini mantiene que, aunque imaginamos que el patriarcado comenzó en la familia, la evidencia histórica sugiere que comenzó con el Estado y luego se filtró a la familia afectando, por supuesto, a las relaciones sociales y culturales, ya que es un sistema impuesto de arriba a abajo.
También se basa en la indiscutible realidad de que todo el mundo tiene que trabajar y que no se puede sobrevivir con ese tipo de división del trabajo tan especializada; se remonta en el tiempo para mostrarnos pruebas de que la gente vivía de forma muy igualitaria, es decir que las mujeres y los hombres hacían prácticamente el mismo trabajo, que es lo que cabe esperar, sobre todo en las sociedades de subsistencia (se me viene a la cabeza «La sociedad de la nieve», tan actual por la película de Bayona), ya que en ellas todo el mundo tiene que colaborar, niños incluidos.
La entrevista me llegó precisamente cuando estaba llevando a cabo la corrección de un libro escrito por un amigo, una guía histórica, y embebida en ese período de seiscientos años denominado la Era Axial durante el que se consolidó lo que se conoce como «cultura de las ciudades». Y aquí viene lo grande. Cito textualmente: «…dicha consolidación produjo el desvanecimiento de la sociedad matrifocal y dio paso a una sociedad patriarcal que borró todo rastro de lo que Johann Jacob Bachofen llamó Mutterrecht, literalmente, derecho materno».
Los primeros Estados estaban muy preocupados por la población, por lo tanto, debían interesarse por la familia, es decir, por la reproducción y la defensa. Esas preocupaciones se convirtieron en los ejes del Estado patriarcal moderno, alentando a las mujeres a tener tantos hijos como fuera posible. Pero no les exigía menos esfuerzo a los hombres que tenían que estar disponibles para luchar y defender al Estado y dar su vida si era necesario. Así que el patriarcado exige mucho tanto de hombres y mujeres. Y eso es tan cierto hoy como lo fue hace casi dos mil años.
La sociedad patrilineal condujo inexorablemente al patriarcado y, aunque se tiene la sensación de que la igualdad de género es solo para las mujeres, la realidad es que la igualdad es para todos; podríamos hacer un mejor trabajo vendiéndolo y presentándolo de una manera convincente para ambos sexos. Quizá sea el momento de dejar de peritar los hechos y ponernos manos a la obra y luchar en común por la igualdad, algo que supondría cuestionarlo todo.
¿Lo hacemos?
Zaragata - Águilas, a 04 de marzo de 2024
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