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Foto del escritorManifiesto x Aguilas

Manifiesto 14 de Abril

El 14 de abril de 1931 el pueblo español, una vez más, hacía historia. En una Europa de entreguerras sacudida por la crisis económica, el auge del fascismo y la imposición de una política exterior cada vez más agresiva, donde las democracias liberales estaban en retroceso, las organizaciones obreras perseguidas y grupos paramilitares imponían su propio “orden”, en España, su pueblo, llamado a las urnas tras casi ocho años de dictadura militar, ponía fin a una monarquía decadente para alumbrar la primera experiencia plenamente democrática de su historia: la Segunda República.


Hablar de República, para quienes creemos en el gobierno colectivo de la sociedad, es hablar de pasado y de futuro. Pasado porque la Primera y la Segunda República representan la lucha de aquellos que nos antecedieron en la batalla por un mundo nuevo; futuro porque la Tercera sigue siendo el horizonte hacia el que caminamos.


1873 y 1931 son dos años clave en la historia democrática de España y, muy sensiblemente, en la de la Región de Murcia. 1873 es el año del cantonalismo, un movimiento de base que pretendía construir una República federal desde abajo, y que tuvo en Cartagena su principal bastión y en Antonete Gálvez y el general Juan Contreras a sus máximos representantes. Regulación de la jornada laboral, protección de los derechos de los trabajadores, promoción de condiciones de trabajo más justas y equitativas, creación de escuelas públicas para combatir el analfabetismo galopante entre las clases populares… fueron algunas de las aspiraciones de estos revolucionarios decimonónicos.


Décadas después, la victoria electoral del 12 de abril de 1931 abrió de nuevo las puertas hacia la transformación. Una amplia coalición de liberales progresistas y conservadores, socialistas y regionalistas se impuso al caciquismo que desde la derrota de la Primera República imperaba en España. Dos días después, el rey abandonaba el país por el puerto de Cartagena y toda la geografía nacional se convertía en una fiesta para proclamar el advenimiento de la nueva democracia.

La provincia de Murcia no se quedó al margen de lo que ocurría en el resto del país. Aquí también obtuvieron un resonante triunfo las candidaturas antidinásticas que se impusieron en los principales núcleos de población, como Murcia, Cartagena, Lorca, Cieza, Caravaca, Yecla o Águilas.



La jornada del 14 de abril supuso el punto y final a una monarquía que había tolerado y amparado un gobierno autoritario durante ocho años. Y, a la vez, se trataba del nacimiento de una nueva España de derechos y libertades que, con sus luces y sus sombras, sus aciertos y sus errores, sus éxitos y sus fracasos, fue la primera experiencia plenamente democrática de nuestra historia.


La Segunda República no fue una concesión de las élites sociales, ni resultado de un pacto entre una oposición democrática y una dictadura en decadencia. Representa una conquista popular que se alcanzó tras años de lucha, en cuyo éxito la movilización de la clase trabajadora fue clave. Sin la huelga de los esparteros de Cieza (1923), de los alpargateros de Caravaca (1923 y 1924), de los mineros de la Sierra de Cartagena o los hiladores y rastrilladores de esparto de Águilas, Cieza y Calasparra, que en 1930 protagonizaron nueve huelgas en reclamación de mejoras laborales y salariales, ¿alguien podría dudar que la victoria electoral del 12 de abril no hubiera sido posible?


La República no es solo un Estado donde no hay rey. En España ha representado históricamente los anhelos de su pueblo por avanzar en un proyecto de sociedad más justa, equitativa y democrática. Es por ello que hablar de República en 2024 no es solo hacerlo en clave de pasado para rememorar las luchas de algunas de las mejores generaciones de españoles y españolas, sino que, sobre todo, es hacerlo como una formulación de qué España y qué Murcia queremos. República es sanidad y educación públicas y de calidad; es combatir la explotación laboral, que año tras año se cobra la vida de decenas de trabajadores y trabajadoras en nuestra Región; es la promoción de una agricultura sostenible y de futuro; es luchar contra la corrupción y el caciquismo de nuevo tipo… República es, en definitiva, el ideal de una España y una Murcia nuevas.


Sabemos que proclamar la Tercera no es fácil, pero las cosas que merecen la pena son precisamente aquellas que más nos cuesta conseguir. Conscientes de que la movilización ciudadana es fundamental para avanzar hacia el horizonte de transformación que nos proponemos, hacemos un llamamiento a la participación en la Marcha Republicana que el próximo 16 de junio inundará las calles de Madrid.


La historia de los republicanos y republicanas españoles está plagada de heroísmo, victorias y doloras derrotas. Aún así, más de ochenta años después, sigue ondeando bien alto la bandera tricolor, presente en todas las luchas de un pueblo que, aunque derrotado, no se da por vencido. Recogiendo el testigo de más de los más de cien años que nos anteceden, las republicanas murcianas seguimos leales al espíritu de resistencia de Antonete Gálvez, y como cantaban sus coetáneos repetimos aquello de “no me entrego, no me entrego, / no me tengo que entregar / mientras España no tenga / República federal”.


Nuestros sueños siguen guiando nuestras luchas. ¡No nos rendimos!

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