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Foto del escritorManifiesto x Aguilas

Una boda inolvidable y de risa

Las bodas civiles pueden celebrarse en los juzgados municipales o en los ayuntamientos.


En este segundo caso es el alcalde quien detenta el poder de celebrar las bodas aunque puede delegar ese acto en cualquiera de los y las ediles del municipio.


También los novios contrayentes pueden solicitar que los case un o una concejala concreta, por lo que el alcalde delega en la concejala o concejal elegido por los novios, sea del partido que sea. Si los novios no solicitan a nadie en concreto, el alcalde o alcaldesa de turno delega en ediles de su propio partido.


En los primeros años de este siglo XXI, siendo alcalde a de Águilas Juan Ramírez Soto, del PP, unos novios relacionados con Izquierda Unida, solicitaron al alcalde que los casara el portavoz de IU, Miguel Antonio Carrasco Cayuela. También solicitaron poder celebrar la boda un sábado por la tarde en el Salón de los Espejos de Casino.


Los lugares determinados para celebrar las bodas eran el salón de plenos del ayuntamiento y la Casa de la Cultura, aunque algunos concejales del PP ya habían casado a otras parejas en otros lugares no municipales sin que hubiera habido ningún impedimento.


En esta ocasión, el alcalde se negó. Los novios lo tomaron como una venganza del alcalde por tratarse de personas afines a IU.


Por ello, los novios aceptaron casarse legalmente en la Casa de la Cultura un sábado por la mañana, yendo con ropas de diario y sólo con los testigos, con la intención de por la tarde volver a repetir el acto en el Salón de los Espejos del Casino, delante de familiares e invitados.


La sorpresa fue mayúscula. Ese sábado por la mañana la Casa de la Cultura estaba cerrada. Nadie de la oficina de la alcaldía había dado las órdenes oportunas para que estuviera abierta y se pudiera celebrar la boda.

¿Boicot, despiste de la alcaldía, incompetencia administrativa?


Solución: celebrar la boda en la puerta de la Casa de la Cultura, con el concejal de IU agarrado con una mano a la reja. Y aprovechar que por allí pasaba de paisano un sargento de la policía municipal para llamarle y pedirle que asistiera como testigo a la boda ante el riesgo de que el alcalde, famoso por su carácter dictatorial y vengativo, negara que la boda se hubiera celebrado en una dependencia municipal y no la diera por válida.


La escena era digna de una película de Berlanga. Para haberla grabado. Pero entonces no teníamos móviles capaces de grabar vídeos.


Por la tarde, en el Casino, la boda se volvió a repetir ante familiares y amigos. Todos muy guapos y con muchas risas después de contar a propios y a extraños las graciosas vicisitudes ocurridas esa mañana.


Gracias a la alcaldía fue una boda inolvidable.

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